La decepción de Wikileaks

Kinto Lucas cayó en desgracia. Su ofrecimiento a nombre del Ecuador para dar asilo a Julian Assange, creador de Wikileaks, le valió no solo la desautorización de su máximo jefe sino una crítica generalizada.
Quizá el problema de Lucas fue no haber tenido un poco más de tiempo para leer todos los documentos que han aparecido, porque seguramente su reacción hubiera sido muy diferente.
No es difícil imaginar la alegría con la que Lucas debe haber recibido la noticia sobre esta filtración. Desde hace muchos años que se ha dedicado con gran entusiasmo y dedicación a estudiar al Imperio y cómo éste ha movido sus tentáculos para hacer y deshacer a su antojo en todo el orbe. Su regocijo debe haber sido como la de un monje al leer la noticia de que la ciencia comprobó la existencia de Dios.
Es fácil imaginar el alborozo con el que él debe haber reaccionado cuando le llegaron las primeras noticias sobre Wikileaks y seguramente su jefe inmediato, el canciller Ricardo Patiño, debe hacer sido una de las personas con las que primero compartió este hallazgo.
Lastimosamente la llamada de Ecuadorinmediato para entrevistarlo llegó muy temprano. Talvez si demoraba unos días más y Lucas hubiera leído con más atención los famosos cables hubiera estado, para entonces, muy decepcionado.

Y no solo decepcionado sino que quizá hubiera dicho que este escándalo fue una invención del propio imperio. No hubiera sido el único. Influyentes articulistas en el mundo musulmán, particularmente pakistaníes, ya están afirmando que esto fue armado por el propio Departamento de Estado para desprestigiar a líderes mundiales que no están en la línea imperial de la Casa Blanca.
Ansar Abbasi, un periodista pakistaní ultra conservador y manifiesto crítico de los EE.UU. al igual que Lucas, se ha unido en un artículo en The News a varios teóricos de la conspiración en Irán, Rusia y Turquía.
Esta reacción es entendible. Finalmente los que creyeron que la diplomacia estadounidense se iba a derrumbar en días y que el Imperio iba a ser desnudado se quedaron con los churos hechos. De todos los cables que se han revelado hasta ahora, la impresión que queda es que los diplomáticos de EE.UU. son personas inteligentes, sensibles y recursivos que buscan evitar que líderes corruptos y depravados (aquí entran los amigos Berlusconi y Putin) logren sus cometidos. Y lo peor es que nunca logran hacer las cosas a su antojo, como hemos pensado durante muchos años.
En definitiva, nadie podría afirmar que este escándalo haya inaugurado una lectura diferente de lo que ocurre en el mundo. Es más, todo lo que ha salido no es sino una certeza más a las sospechas que habían desde hace mucho sobre los intereses y las acciones de EE.UU.
Esto puede explicarse porque aquí no se desclasificaron secretos de la CIA o del Pentágono y por eso no aparece ningún indicio de intentos de atentados, de conspiraciones para derrocar a tal o cual Presidente o de sobornos a funcionarios públicos. Es más, habrá más de uno que pueda creer que, finalmente, los gringos no han sido tan malos ni tan poderosos como nos los pintaban. Incluso uno podría entrar al club de los teóricos de la conspiración con tan solo hacerse este pregunta: ¿por qué Assange solo publica material inofensivo del Departamento de Estado y nada del Pentágono o la CIA?
Mala suerte de Kinto Lucas. Si tan solo le hubieran dado un poco más de tiempo para leer con mayor tranquilidad las travesuras de Julian Assange.