¿Por qué la reacción con Santos fue tan distinta?

En un cable del Departamento de Estado fechado el 5 de marzo del 2008 se señala que Juan Manuel Santos, actual presidente de Colombia y entonces ministro de Defensa, dijo a diplomáticos estadounidenses que Rafael Correa es un hipócrita.
Hipócrita es un calificativo sin duda ofensivo. Mucho más ofensivo que decir que el presidente Correa debía saber los antecedentes de corrupción del general Jaime Hurtado, a quien nombró comandante de la Policía. Pero ¿cuál fue la reacción de Correa ante ese documento?

Esto es lo que dijo: «Hay que ver si (los mensajes) son reales, vi una pequeña nota de prensa pero no he visto todo el contenido, lo cual ratificaría la doble moral internacional: nosotros éramos los bombardeados y nosotros éramos los hipócritas». Esta reacción se produjo el 21 de marzo del 2011, es decir hace menos de un mes.
Sin duda, la respuesta que dio entonces a la revelación de Wikileaks no tiene la más mínima correspondencia con la reacción de su Gobierno cuando se publicó el ya famoso cable en el que la Embajadora de los EE.UU. hace una dura disección de la corrupción en la policía ecuatoriana y dice que, según los asesores de la Embajada, Correa debía haber conocido sobre la corrupción de Hurtado y que pudo haberlo nombrado Comandante porque era “manipulable”.
Si Correa hubiera actuado en el caso de Hodges de igual forma en que lo hizo con el tema del cable en el que Santos aparece calificándolo como hipócrita, sin duda que las consecuencias para el país hubieran sido absolutamente distintas. Hoy no se estaría lamentando la expulsión del embajador ecuatoriano en Washington, por ejemplo.
Pero esas son meras especulaciones. Lo que llama la atención aquí es cómo no hay coherencia en el comportamiento frente a los temas de Estado. Cuando el actual presidente colombiano supuestamente me dijo hipócrita veo para otro lado, pero cuando la Embajadora yanqui sugiere cierta cosa entonces salto hasta el techo.
Esta falta de coherencia no solo parece ser del Presidente. Cuando la periodista María Isabel Rueda le preguntó al embajador ecuatoriano en Bogotá Raúl Vallejo su opinión sobre el cable en el que Santos aparecía calificando a Correa como hipócrita esta fue la respuesta de Vallejo: “Ciertamente uno puede sonreír frente a determinadas afirmaciones de carácter metafórico para referirse a aliados o a gobiernos con los que no se tiene muy buena relación, al hacer caracterizaciones de las personas. Pueden tomarse con cierto sentido del humor, pero, al mismo tiempo, revela que el servicio exterior norteamericano es no solamente una representación diplomática en un país sino también un espacio que le permite al Gobierno norteamericano absorber toda la información que requiere para su propio proyecto. En términos generales, lo que se revela ahí no es ni mucho menos prueba de nada. Son opiniones de funcionarios norteamericanos alrededor del mundo”.
Vallejo, aunque de forma bastante circular, lo que dijo es exactamente lo que el sentido común permite vislumbrar. Es decir que aquello que consta en esos documentos, que dicho sea de paso fueron robados y no cabe autenticarlos, son meras opiniones de diplomáticos. Como dijo hoy una funcionaria de la Embajada de los EE.UU., lo que los diplomáticos estadounidenses dicen en los cables del Departamento de Estado es exactamente igual a lo que seguramente dirán los diplomáticos ecuatorianos en sus comunicaciones a la Cancillería ecuatoriana.
Correa actuó como estadista cuando se trataba de Santos y como muchacho resentido cuando la del problema era Hodges.