Urgente, un curso de historia para Patiño

A Ricardo Patiño hay que costearle un curso de historia. No solo porque es bueno que todos los ecuatorianos sean medianamente ilustrados sino también porque es necesario que quienes ocupan altos cargos en el Gobierno no digan babosadas tan grandes como lo que se dice en el comunicado de la Cancillería ecuatoriana sobre la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia.
Dice el documento de marras que el Ecuador mira con preocupación la decisión de la ONU de detener los ataques de Gadaffi “debido a (que) esta decisión puede llevar a una intervención extranjera en ese país, como ya sucedió en Iraq y en el conflicto de los Balcanes”.
En el curso, que por piedad ojalá alguien quiera costear a Patiño, habrá que incluir dos temas indispensables: Iraq y los Balcanes.

El primero para que vea que cuando hubo intervención extranjera en ese país fue por la decisión unilateral, demencial y criminal de George Bush y sus acólitos neocons en contra de la voluntad de la ONU.
El segundo es quizá el más sensible. Decir que hay preocupación por una eventual intervención extranjera como la que hubo en los Balcanes es desconocer no solo la historia sino tener muy poca vergüenza. Si no fuera por la intervención de la OTAN, que tomó su decisión cuando ya habían muerto demasiados inocentes, el asesino de Milosevic hubiera culminado su intención de aniquilar a los bosnios musulmanes y así redondear uno de los genocidios más espeluznantes de la historia de la humanidad.
Condenar a estas alturas de la historia una resolución, que puede generar una legítima polémica, poniendo como antecedente el tema de los Balcanes no solo muestra ignorancia y poca vergüenza sino que es una ofensa para los ecuatorianos porque mancha el nombre de su país.
Si algo tuvo de condenable la intervención extranjera en Yugoslavia en 1999 fue que llegó lo suficientemente tarde como para no haber evitado la muerte de miles de inocentes. Es cierto que la intervención de potencias extranjeras en otros países no es, en principio, ni ética ni conveniente. Sin embargo, el principio de la no intervención no puede se considerado sin pasar por el tamiz de la defensa de ciertos principios humanitarios.
El inminente ataque de las fuerzas leales a Gadaffi, emparentado moralmente con Milosevic, en contra de los rebeldes en Bengazhi es una amenaza que no solo afecta a quienes pueden resultar muertos en ese lugar, sino una amenaza para la dignidad de la humanidad entera. Tolerar una masacre bajo el principio de la no intervención es tan criminal como participar en la misma masacre. Tan solo hay que imaginar el destino de los bosnios si la decisión de parar a Milosevic hubiera estado en manos de quienes redactaron el comunicado.
Definitivamente a Ricardo Patiño hay que costearle un curso de historia. Es urgente.