La insoportable soledad de Correa en Cotacachi

¿Cuántas veces dijo prensa corrupta Rafael Correa durante su último show sabatino? ¿Y cuantos periodistas están presos por corruptos?
Sin duda la relación a favor del primer grupo es absurda. Siendo conservadores, Correa debe haber dicho al menos 40 veces “prensa corrupta”. Lo lógico sería, si él es tan honesto como dice ser, que al menos haya un juicio por corrupción en contra de un periodista o un medio. Lo peor es que si alguien acusa por corrupción a determinada persona pero no hace nada en su contra es, en esencia, un corrupto más.
Si nos atenemos a este principio el corrupto es el bocazas que se llena la boca de corrupción y no hace nada para que se juzgue a los que él llama corruptos.
Pero volvamos a la barahúnda del sábado porque como pocas veces antes se había visto a Correa tan colérico, tan gritón y desconcertado como en su presentación en Cotacachi.

Lo que más parece haberle molestado es que la prensa, corrupta para seguir con su lenguaje, no destacó lo que a él lo hubiera gustado sobre su visita a la Antártida con el presidente chileno Piñera. ¡Qué diferencia con la prensa chilena! Que los presidentes a caballo, que Correa cantó bajo cero grados, que el espíritu pacifista, que los presidentes en el polo sur… Allá sí la prensa independiente es buena porque se resaltó como a él le hubiera gustado sus paseos con el homólogo Piñera. Fue, en efecto, notorio el resentimiento de Correa por la pobre cobertura que los medios independientes hicieron en el Ecuador de su vista a Chile.
Luego vinieron los ataques a El Comercio por unas declaraciones aparentemente mal citadas del Gobernador de Imbabura. Esto le sirvió al bocazas para decir que el diario estaba buscando que los ecuatorianos se maten entre sí y llegó a afirmar que la familia Mantilla, allá en 1906, había colaborado en la muerte de Eloy Alfaro azuzando a los quiteños para que arrastren al Viejo Luchador.
No solo que Correa hizo así un retrato muy peculiar de los quiteños por dejarse arrear por un diario para asesinar a una persona sino que a propósito de una cita, que quizá estuvo mal manejada, quiso vincular a los actuales dueños de El Comercio con el asesinato de Alfaro. ¿Qué diría el bocazas si los medios cada vez que quieran hablar mal del Presidente hicieran referencia a sus antepasados? A su padre, por ejemplo. Si esa prensa corrupta con la que se llena tanto la boca, realmente fuera indecente haría eso. Es decir, exactamente lo que él hizo el sábado al tratar de desprestigiar a El Comercio por lo que supuestamente hicieron sus antiguos propietarios, hace más de 100 años.
Luego vinieron la intervención de los asambleístas Paco Velasco e Irina Cabezas, bajo el tutelaje del maestro de ceremonias. Y sin duda lo más patético fue lo que ocurrió con Velasco quien también arremetió contra El Comercio por haberse equivocado con la cifra de los contratos que radio La Luna firmó con el gobierno y por el hecho, reprochable por cierto, de que no se le hubiera publicado su corrección a tiempo. Dijo que los contratos no alcanzan el casi millón de dólares que se había dicho en una de las primeras publicaciones sino los 600 mil y pico como se publicó más tarde. Lo increíble acá fue que Velasco no haya siquiera tratado de desvirtuar las acusaciones que se hacen sobre la firma de contratos entre el Gobierno y La Luna mientras él se desempeña como legislador.
No, Velasco no hizo ni el más mínimo amague para desvirtuar las acusaciones sino que se amorcilló con el sonsonete acusatorio de su patrono y maestro de ceremonias. Ese error de El Comercio le sirvió para vociferar con la misma rabia que usaba en los micrófonos de La Luna y para evadir lo que era su responsabilidad: explicarlo todo.
Y si eso fue increíble, lo patético llegó cuando Correa por su propia boca confirmó que Velasco ha sido presidente honorario de La Luna. Como si para el conflicto de intereses entre un legislador y un ejecutivo de una radio hubiera una distinción entre ser presidente honorario o “normal”.
Irina Cabezas también lanzó su discurso y, al igual que Velasco, trató de desvirtuar el reportaje de El Universo que da cuenta de su vertiginoso proceso de acumulación de capital (utilizando la jerigonza de la revolución ciudadana) afirmando lo que no es cierto: que ese diario no mencionó que la casa de 195 mil dólares la compró con un préstamo del Banco del Pichincha. Claro, con esa acusación que es falsa porque el reportaje de El Universo sí hablaba del préstamo, Cabezas tuvo verbo para copar los minutos que su patrono le ofreció.
El sábado Correa estuvo más colérico y espantado que nunca. Y sobre todo solo, porque la compañía de Velasco y Cabezas lo que creaba era un escenario de infinita soledad.